viernes, 9 de noviembre de 2012

Entrevista a Ángela Bonadies y Juan José Olavarría
Por E.A.

Bonadies & Olavarría

¿Por qué decidieron hacer la investigación de la Torre David, desde el principio habían considerado que esto se convirtiera en un proyecto con tan largo aliento?


Primero que nada, nos parece importante hablar de “la torre de David”, como se le llama. Torre David ha sido una contracción extraña que han usado los que la presentaron en Venecia, supongo que para desmarcarse de nuestro proyecto.

Cada uno, en nuestros trabajos personales, hemos hablado sobre la memoria, los usos del archivo y la historia. En un momento decidimos unir esfuerzos para hacer un trabajo en común y buscamos un objeto de estudio que representara, en varios niveles, lo que nos moviliza. Detectamos el Centro Financiero Confinanzas (llamado coloquialmente la torre de David) como una metáfora de país que revela los últimos treinta años de historia política y social venezolana. En ella podemos ver las promesas incumplidas, el populismo que nos asfixia, la convivencia de estructuras, el caudillismo o caciquismo que impera en las organizaciones venezolanas, la necesidad. Representa para nosotros también la ruptura con dos modelos: el moderno y el modernizador. Plantea y evidencia fallos y conflictos a todo nivel: deja al descubierto la incompetencia política y se presenta como una radiografía de nuestra economía por décadas, del boom bursátil y las promesas desde el capital, pasando por las crisis bancarias, hasta llegar a las promesas discursivas desde el gobierno revolucionario. Es decir, la torre representa una yuxtaposición de ruinas, una empinada construcción que podría verse como el amontonamiento de todos los cheques sin fondo de la política venezolana. Eso sí, como lo ha demostrado la gente de Urban ThinkTank, se pueden cobrar unos cuantos cheques jugosos vendiendo “humo” y traficando de manera corporativista con la miseria y los conflictos, como bien señalan Matías y Mateo Pintó en su texto sobre el premio en la Bienal de Venecia. La ética, por desgracia, no es lo que más vende.

En el momento en que empezamos el trabajo, hace tres años, nos dimos cuenta que había mucho que discutir y reflexionar, en diversas direcciones. Después la torre se diluyó en otra investigación: la creación de una nueva cartografía urbana a partir de las invasiones, expropiaciones, refugios y tomas que se repiten en todo el país, aunque nos centramos en Caracas.




Bonadies & Olavarría
Mi experiencia para lograr entrar a la torre fue muy compleja (quizás por el medio de comunicación al que represento), en su caso, ¿cómo los recibieron los habitantes del edificio? Tuvieron problemas para conseguir la información o desde el principio ellos se mostraron dispuestos a colaborar?

Nosotros primero analizamos la torre por fuera, durante mucho tiempo. Vimos fotos que se iban publicando en los periódicos. Consultamos hemerotecas y trabajos excelentes de reporteros gráficos. Luego entramos, primero con el amigo y periodista Albinson Linares y luego solos. Siempre la gente se mostró amable. Pero no queríamos ser invasivos. Queríamos ver y analizar lo que allí sucedía. Hablar de la organización, ver la morfología, entender la convivencia de la gente y las estructuras. Tomamos muchas fotos, pero sin ser imprudentes. Solo tomamos fotos a las personas que querían, con quienes hablamos. No hicimos un trabajo de puesta en escena. Sin lugar a dudas la torre, en el sentido más banal, es “fotogénica”, por lo raro que puede resultar la convivencia de una estructura pesada y rica de concreto y vidrio con las nuevas estructuras de bloques de arcilla y telas divisorias, por ejemplo. Sin duda es violento que lo que te separa del vacío es una cortina o un pequeño muro, es violenta la imagen de una escalera sin barandas. También es violento el problema sanitario, sobre todo para la gente que allí vive y circunda la torre. Y violento es el tema jerárquico y de poder.

Luego, decidimos no ir más, para no caer en el peligroso terreno del turismo y de la explotación visual. Seguimos con nuestro trabajo, de manera reflexiva. Nos interesa propiciar discusiones y llegar a la raíz del problema. Poner en manos de todos el tema urbano y, como no podemos resolverlo, discutirlo y propiciar que esa discusión se transforme en acciones, en mejorar la vida de los venezolanos, que es tan dura.


Bonadies & Olavarría

¿Qué tanto de esa convivencia ha quedado reflejada en su investigación?

Creo que las imágenes son francas, muestran con quiénes nos reunimos, con quiénes hablamos. Pero nosotros no estábamos haciendo un trabajo de convivencia, sino de análisis. Nos interesa cómo de alguna manera “la torre” es la representación de nuestro país que, como decía Cabrujas, tiene mucho de campamento. No vendemos soluciones ni somos trabajadores sociales, somos artistas. Es un acercamiento casi científico. La gente con la que conversamos nos ayudó mucho.


Algunos de los habitantes de la torre opinan que "su maldición" es su ubicación, que de encontrarse en un sitio menos céntrico no habrían despertado tanto interés. Qué piensan ustedes al respecto.

Creo que más que la ubicación, que es francamente buena, la “maldición” por la que han despertado interés es por lo evidente: un rascacielos imponente que se transforma en la vivienda de miles de personas y que se evidencia en su fachada. No es un misterio. Es una invasión más, pero sin duda su espectacularidad la hace más llamativa y emblemática. Por eso es la metáfora del país, “pobre país rico”.


Lo que sucede en la torre, despierta el interés de personas alrededor del mundo, ¿a qué creen que obedece tal fascinación?

Podríamos empezar por lo que apuntamos en nuestra respuesta anterior. También, creemos que se debe a una especie de turismo antropológico del que mucha gente del primer mundo participa y a la búsqueda de emociones visuales fuertes por parte de los habitantes del ordenado mundo desarrollado. Cierta pasión por el safari y las exóticas observaciones de la manada a través del telescopio. Seguramente se hará alguna película de la “vibrante comunidad” –citando a UTT- con Danny Glover y Sean Penn como protagonistas, dirigida por... Oliver Stone. Que preparen el Oscar que el tema tiene público y taquilla.


Bonadies & Olavarría


En el tiempo qué han estado investigando la torre, qué es lo que han visto que más los ha sorprendido?

La adaptación del venezolano al campamento y el desconocimiento de lo que significa “ciudad”. Y también la dependencia de una figura paterna o paternalista. La sociedad venezolana ha sido levantada y educada por el matriarcado y conducida y reprimida por “un padre”.


En uno de los textos que me enviaron, señalan que lo que sucede en la torre representa “la falta de sincronía entre los hechos y las palabras”, ¿se refieren a la falta de acción gubernamental para resolver el tema de las invasiones?

Totalmente. Como dice un chiste de la época del bloque soviético que en un texto citó Juan Goytisolo: un impresionista pinta lo que ve, un expresionista lo que siente, un realista socialista lo que oye. Mucho ruido y pocas nueces.


Lo que sucede en el caso de la Torre David evidencia la carencia de políticas públicas en el tema de la vivienda, ¿cómo lograron combinar un tema tan social con el arte?

Porque venimos del terreno del arte y todo lo que hacemos lo haremos con nuestro lenguaje y a través de los procesos que manejamos. Pero nos interesa mezclar disciplinas y sacar el arte de cierto ensimismamiento, como lo hacen otros artistas. Como bien dijo Wislawa Szymborska en su poema Hijos de la época, “somos hijos de nuestra época y nuestra época es política.”


Bonadies & Olavarría

¿Consideran que el edificio, con todo y sus bemoles, se ha convertido en un icono de la Caracas actual?

Precisamente por sus bemoles representa un ícono de la Venezuela actual, como apuntamos antes.


La mayoría de las críticas a la propuesta que mostró UrbanThinkTank en la Bienal, consideran que la propuesta Torre David: Gran Horizonte, banaliza el tema de las invasiones y el drama de la carencia de viviendas que hay en el país, ¿por qué creen que existe esa visión sobre la propuesta?.

Porque es así. Es una puesta en escena frívola, tonta –pero lista-, populista. En realidad no habla de nada. Monta una arepera, vende comida y franelas, y pone fotos de la torre de David. ¿Qué tipo de profundidad hay en eso? ¿Qué se está premiando? ¿La comida criolla, las fotos, el show-tópico al son de salsa brava? Sin duda, mercadeo y espectáculo puro y duro para algunos señores europeos y su aburrimiento. Como dijimos: turismo-safari. Otra imagen interesante es pensar que premiaron a La Malinche, la traductora que prestaba su voz a los españoles en los tiempos de la conquista. Pero no hay nada de inocencia en ello. Esta gente son traductores sin ética. No hay ni un milímetro de profundidad ni en el planteamiento ni en el veredicto del premio.



¿Es posible mejorar las condiciones del edificio? ¿Cercar los precipicios? ¿Instalar los ascensores? ¿O las intervenciones que han realizado lo impiden?

Lo primero es hacer un estudio profundo para saber si el edificio es apto para viviendas. Sin duda habría que solucionar la situación sanitaria, que es una bomba de tiempo para los residentes y los vecinos. Y trabajar a todo nivel, un equipo consciente. No se trata de poner ascensores, se trata de un estudio de contexto, donde no solo deben trabajar arquitectos e ingenieros. Un equipo de gente que ha trabajado en temas similares, consultarle a profesionales dedicados como Josefina Baldó, Federico Villanueva, Teolinda Bolívar, eso es lo importante. Gente dedicada a hacer, como dice la carta de los Pintó, su trabajo en silencio, sin prisa pero sin pausa, y formar equipos.


Bonadies & Olavarría


¿Sería posible que la torre retomara su utilidad original y se convirtiera en un centro empresarial?

Nos parece que hay que pensarlo desde su situación actual. Primero resolver, indagar y trabajar con lo existente. En base a ese estudio profundo, plantear soluciones.


¿Fue necesaria la Bienal de Arquitectura para que se discutiera sobre este tema?

No, el tema lleva muchos años en las páginas de los periódicos. Periodistas y reporteros gráficos han hecho su trabajo. Desde la academia se ha hablado y discutido. Creo que la bienal alborotó el tema y que hay instituciones que no se habían pronunciado y ahora lo hacen. Nosotros llevamos años hablando de esto, expusimos en varios países y en Venezuela, publicamos en las revistas Domus, Arqa, Polis, Architecture in Development, hicimos un primer mapa con invasiones y una exposición en el Centro Cultural Chacao y fuimos invitados por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo para dar un curso junto al extraordinario artista español Antoni Muntadas. Reflexionar sobre un tema no es montar un espectáculo ni aparecer en todos los medios, es un proceso que lleva tiempo para tratar de involucrar a la gente y hablar de la ciudad en la que vivimos, con sus heridas y contrastes, sus posibilidades y salidas.

Sin duda, queda siempre el problema político, que es una especie de brecha que hay que superar para poder acceder a los edificios invadidos.


Los vecinos de la Candelaria denuncian que esta torre es un foco de inseguridad para la zona, ¿Durante el tiempo que ustedes estuvieron allí encontraron evidencia de que esto efectivamente es así?

Hemos escuchado a los vecinos y a los habitantes, pero no buscamos ni encontramos evidencia. Nuestro trabajo iba hacia otros intereses. Nuestra ciudad es una de las más violentas del mundo, no creo que se salve ni una urbanización, ni un parque, ni una torre. Es una de las enfermedades endémicas que nos castiga y a la que hay que buscar remedio. También sufrimos de “progeria”, enfermedad que lleva a un envejecimiento precoz, a la creación constante de ruinas jóvenes. Somos un joven país envejecido.


Bonadies & Olavarría 

En qué se diferencian las exposiciones que ustedes realizan mostrando imágenes de la torre, al trabajo llevado por UrbanTinkThank a la Bienal de Arquitectura.


El punto de vista es totalmente diferente. UTT monta una puesta en escena publicitaria y superficial, monta un kiosko con comida y fotos de la torre y no habla de nada ni propone nada. No es un punto de partida para ninguna discusión, es un punto de llegada para obtener un premio. Es la escena final del teatro del oportunismo. Sólo hay un punto coincidente y es probablemente la aparición de nuestro trabajo en la revista Domus en abril del 2011, punto de partida de los UTT para ver allí un tema a explotar, un elefante en la mira telescópica y lejana. Nosotros seguimos en nuestra discusión y nos interesa hablar sobre el terreno fangoso en el que está apoyado el elefante blanco.

No hay comentarios:

Publicar un comentario